Vense de actualizar o apartado Safari Fotográfico coas achegas de fotografías das últimas rutas.
Sen dúbida hai instantáneas moi suxerentes. Poderedes ver como Lola, Gladys, Eduardo, Antinez, Fonsi, Sole, etc nos recrearon as súas andainas. Algunha das fotos colgadas é a seguinte:
Tamén contamos cun relato de Fonsi da súa visita a Ancares:
Si pudiese dibujar la ilusión, lo haría con unas enormes alas, pues cuanto más cargados de ilusión estamos, más livianos nos sentimos para volar. Así iba yo en el autobús con destino a Ancares.
Así, muy ilusionada, pero también un poco inquieta porque tal vez no pudiese participar en todas las rutas previstas. El fin de semana anterior, en el Caurel, mi rodilla derecha se había quejado bastante y a pesar del descanso de toda la semana, seguía susurrándome: "Fonsi, quizás no pueda subirte al Mustallar, al menos, no en esta ocasión".
Ilusionada, inquieta y un poco triste por la ausencia de mis amigos que, por unos motivos u otros, no me acompañaban y yo les echaba en falta.
Con todo, sabía que entre el grupo encontraría caras conocidas de otras caminatas y que entre todos y con los monitores, siempre atentos a todo y a todos, me sentiría arropada. Y así fue.
Todavía estábamos en el autobús pero próximos ya a nuestro destino. Habíamos dejado atrás autovía y carreteras nacionales y empezábamos a subir a la montaña y en el entorno de Navia de Suarna, hacia el Piornedo, rogué a Dios para que mi compañero de asiento no me hablase ni me preguntase nada en esos instantes. A duras penas podía contener la emoción de contemplar aquel espectáculo de luz y color que nos rodeaba. En esos momentos me sentí como presa en aquel asiento con aquel enorme ventanal que me lo dejaba ver todo pero que no podía abrir. Y me hubiera gustado salir y fundirme entre tanta belleza. Pero ya estábamos llegando, aguanté un poco más y pisamos tierra.
Los días son muy cortos en Noviembre y salimos enseguida hacia Suárbol. Recorrimos un bosque muy frondoso cuya diversidad me es imposible describir. Castiñeiros, carballos, bidueiros, acibros, amieiros, salgueiros, etc. etc. etc. Con los ojos empapados de colores y los pies de agua, regresamos a "casa", el Hotel Piornedo. Antes de la ducha caliente pudimos ver una palloza por dentro, pudimos imaginar a través de sus estancias y objetos cómo vivían nuestros antepasados.
Al día siguiente, la propuesta era subir al Mustallar, pero apenas había caminado un kilómetro y aquella rodilla empezaba a quejarse de nuevo. Tal vez me llevase hasta arriba pero bajar... ¡como no fuese a rebolos ! ... Hablé con Carmiña y le dije que volvía sobre mis pasos, de regreso al pueblo.
Tenía toda la mañana por delante y como si fuese una abuelita, pasiño a pasiño, di un corto paseo por la carretera que lleva a Navia de Suarna. Volví a contemplar aquellos paisajes que había visto desde el autobús pero ahora era libre para detenerme en cada recodo del camino, fijar mi mirada hasta el infinito, oler y respirar el aire limpio, y escuchar el silencio de la montaña.
Yo animaría a cualquiera que no haya ido nunca a Ancares y aunque no pueda caminar, que vaya en coche o en autobús, a caballo, en bicicleta o en globo, como sea, que vaya a Ancares pues, como dice Carmiña, Ancares no deja indiferente a nadie.
A mí me conquistó y espero que mi vida no sea tan corta que me impida volver si acaso ya la próxima primavera y el próximo otoño y en el invierno y el año siguiente y el otro y el otro...
Galicia está llena de paraísos pero no se puede amar lo que no se conoce. Y sólo se cuida y se protege lo que se ama. Creo que éste es, al menos, uno de los objetivos de la concejalía de Medio Ambiente y con estos programas del camiño a camiño y sus gentes, sin duda, lo está consiguiendo.
Sen dúbida hai instantáneas moi suxerentes. Poderedes ver como Lola, Gladys, Eduardo, Antinez, Fonsi, Sole, etc nos recrearon as súas andainas. Algunha das fotos colgadas é a seguinte:
Tamén contamos cun relato de Fonsi da súa visita a Ancares:
Mi primera visita a Ancares.
Así, muy ilusionada, pero también un poco inquieta porque tal vez no pudiese participar en todas las rutas previstas. El fin de semana anterior, en el Caurel, mi rodilla derecha se había quejado bastante y a pesar del descanso de toda la semana, seguía susurrándome: "Fonsi, quizás no pueda subirte al Mustallar, al menos, no en esta ocasión".
Ilusionada, inquieta y un poco triste por la ausencia de mis amigos que, por unos motivos u otros, no me acompañaban y yo les echaba en falta.
Con todo, sabía que entre el grupo encontraría caras conocidas de otras caminatas y que entre todos y con los monitores, siempre atentos a todo y a todos, me sentiría arropada. Y así fue.
Todavía estábamos en el autobús pero próximos ya a nuestro destino. Habíamos dejado atrás autovía y carreteras nacionales y empezábamos a subir a la montaña y en el entorno de Navia de Suarna, hacia el Piornedo, rogué a Dios para que mi compañero de asiento no me hablase ni me preguntase nada en esos instantes. A duras penas podía contener la emoción de contemplar aquel espectáculo de luz y color que nos rodeaba. En esos momentos me sentí como presa en aquel asiento con aquel enorme ventanal que me lo dejaba ver todo pero que no podía abrir. Y me hubiera gustado salir y fundirme entre tanta belleza. Pero ya estábamos llegando, aguanté un poco más y pisamos tierra.
Los días son muy cortos en Noviembre y salimos enseguida hacia Suárbol. Recorrimos un bosque muy frondoso cuya diversidad me es imposible describir. Castiñeiros, carballos, bidueiros, acibros, amieiros, salgueiros, etc. etc. etc. Con los ojos empapados de colores y los pies de agua, regresamos a "casa", el Hotel Piornedo. Antes de la ducha caliente pudimos ver una palloza por dentro, pudimos imaginar a través de sus estancias y objetos cómo vivían nuestros antepasados.
Al día siguiente, la propuesta era subir al Mustallar, pero apenas había caminado un kilómetro y aquella rodilla empezaba a quejarse de nuevo. Tal vez me llevase hasta arriba pero bajar... ¡como no fuese a rebolos ! ... Hablé con Carmiña y le dije que volvía sobre mis pasos, de regreso al pueblo.
Tenía toda la mañana por delante y como si fuese una abuelita, pasiño a pasiño, di un corto paseo por la carretera que lleva a Navia de Suarna. Volví a contemplar aquellos paisajes que había visto desde el autobús pero ahora era libre para detenerme en cada recodo del camino, fijar mi mirada hasta el infinito, oler y respirar el aire limpio, y escuchar el silencio de la montaña.
Yo animaría a cualquiera que no haya ido nunca a Ancares y aunque no pueda caminar, que vaya en coche o en autobús, a caballo, en bicicleta o en globo, como sea, que vaya a Ancares pues, como dice Carmiña, Ancares no deja indiferente a nadie.
A mí me conquistó y espero que mi vida no sea tan corta que me impida volver si acaso ya la próxima primavera y el próximo otoño y en el invierno y el año siguiente y el otro y el otro...
Galicia está llena de paraísos pero no se puede amar lo que no se conoce. Y sólo se cuida y se protege lo que se ama. Creo que éste es, al menos, uno de los objetivos de la concejalía de Medio Ambiente y con estos programas del camiño a camiño y sus gentes, sin duda, lo está consiguiendo.